martes, 5 de octubre de 2010

La familia es lo mas importante y cuidadoso que devemos tener . tener una buen familia es contruir una buena educación y formación para nuestros hijo.la familia deben ser unidas en todas las situasiones que la vida nos da .en una familia debemos de tener comprencion , respeto ,dialogo,colaborarse y tratar que juntos las cosas se un poco mas fasil.el refejo de una familia se ve en los formación y educación de sus hijos.el dever como padres es tratar de derles a los hijos un buen ejempo para que en el futuro ellos tegan una buena familia.
 tip para una buena familia.
  • Respeto
  • Amor
  • Comprención
  • Responsabilidad
  • Union
  • Diologo
  • paciencia
Esto es mi penser de lo que la familia debe de  tener para tener una buena relación con todos lo miembros de la familia.


Una buena familia

Todo padre desea una buena familia. ¿Qué se necesita para tener una?
Según muchos estudios, y tras hablar con muchas personas, afortunadamente, podemos decirte que la respuesta a esto no es del todo complicada. Una buena familia se basa en los valores que los padres establecen para el resto de sus miembros. La primera pregunta que debes hacerte, por lo tanto, es hace cuánto tiempo hablaste de este tema con tu cónyuge por última vez. Tal vez sea necesario que toques el tema nuevamente.
Una familia necesita amor, comunicación abierta, sinceridad, responsabilidad y respeto entre sus miembros. Además, se ha demostrado que un vínculo espiritual también puede ayudar. Dicho esto, una buena familia establece ciertas políticas para ser exitosa. Para comenzar, son capaces de renunciar a la palabra 'yo'. Las metas personales se condicionan a la capacidad de la familia de facilitarlas o proveerlas. Si algo no es posible en algún momento, se acepta y se espera. Esto no significa actuar de forma mediocre, significa crecer como una familia hasta que sea tiempo de decir adiós.
Pregúntate acerca de qué tienes más discusiones y pronto sabrás qué temas necesitas conversar. ¿Dinero? Siéntate, haz un presupuesto y busca ingresos extra si lo consideras necesario. ¿Falta de afecto? Convérsenlo y expresen qué es lo que les hace falta para ver tanto sus necesidades afectivas como sexuales satisfechas. Hagan lo mismo con toda y cada una de las incomodidades que encuentren porque, en realidad, las familias que disfrutan de mejor comunicación son las menos propensas a sufrir problemas de dinero, infidelidad o alguna forma de violencia familiar. No olvides que cuando te casaste, adquiriste el derecho a olvidar los estereotipos y crear tu propia realidad matrimonial. Haz uso de ese derecho.
Entre los estereotipos que más dañan a las familias estos días podemos citar los siguientes: La falsa necesidad de un hombre de tener una cuenta de banco extra para ahorros secretos, un affair para sentirse más hombre o salir con los amigos para volver a casa ebrio a las 4 am. Es igualmente dañina la manipuladora tendencia de la mujer a retener el sexo u otras muestras de afecto para hacer entender a su esposo que algo que él hizo no le gustó, su falsa necesidad de ir de compras o a la peluquería dos veces a la semana para sentirse más sexy o femenina, o el viejo estereotipo de que el hombre es quien le debe mantener. Las familias fuertes muestran a un hombre y una mujer que crecen en un marco de buenos valores. Dividen las tareas y responsabilidades equitativamente, y se escogen amarse de igual a igual y no de superior a la inferior.

Una buena familia paga

Lo lindo de una tener una buena familia es que pronto se convierte en un excelente ejemplo de buena familia para los hijos. Cuando los niños son bebés, es fácil porque los niños obedecen mucho, aman mucho y, incluso si te destruyen la casa jugando, son felices simplemente con estar cerca de ti. A medida que crecen, sin embargo, algunas cosas cambian y debes estar listo para ellas. Cuando los niños tienen alrededor de siete años, descubren que son personas independientes (se llama individuación, revisa: ¿Qué está pasando con mis hijos?); cuando tienen alrededor de once, pasan por la pubertad. ¿Estás listo para esto?
Son tus valores familiares los que decidirán el futuro de los tuyos. A decir verdad, tus hijos o bien imitarán o bien harán exactamente lo opuesto a lo que vean en casa. ¿Cómo les orientarás? Por fortuna, no es del todo complicado.
Para los hijos, es muy fácil saber qué está bien y qué no si estableces reglas claras y no empiezas por romperlas. La consistencia es muy importante.
La siguiente cosa crucial es el afecto: tus hijos necesitan sentir amor, no escuchar "te quiero"s. Dicho esto, debes saber que para un niño el amor se traduce en tiempo. El "tiempo de calidad" no sirve. Tu hijo necesita tus horas, no tus segundos. Así que, sí, si requieres otro trabajo para poder dar más tiempo a tus hijos, entonces deberías tomar el periódico y comenzar a buscarlo porque esto es realmente importante.
El tercer punto importante para una relación familiar fuerte es una honestidad intachable manifestada, incluso, en las cosas más ridículas. No digas a tus hijos que existe Papá Noel porque no es cierto (lo sabías, ¿verdad?). No digas a tus hijos que el animal se llama "guau, guau" cuando es un perro. Contrario a lo que puedas estar pensando, no destruirás ninguna fantasía infantil diciendo la verdad y siendo honesto con tu hijo. Estarás construyendo un puente extraordinariamente fuerte de confianza entre tu hijo y tú, un puente que vas a necesitar después.
De haber una cuarta cosa, sería unos padres que puedan escuchar a sus hijos sin juzgarlos. Conforme tus hijos crecen, ellos verán, oirán y aprenderán que muchas cosas "malas" existen. Conviértete en la persona con la que ellos quieran hablar cuando sientan que necesitan hablar del tema. Se abierto con él, dale consejos y aun bromea abiertamente del tema con tus hijos. Así, cuando ellos se comiencen a preguntar qué es lo que tienen que hacer con respecto a robar, copiar en los exámenes, tomar drogas, masturbarse o tener relaciones sexuales, serás tú con quien hablará de estos temas y quien pueda darle un consejo apropiado.
Si no eres tú, será alguien más, y quizás termines siendo tú quien lo lamente.
Algunas precisiones necesarias
Hablar de familia en la actualidad nos lleva a hablar de diversidad. Más allá del casi obligado plural con que debemos referirnos a la institución familiar, es cierto que las definiciones de familia por más variadas que sean descansan hoy en la relación interindividual, dando la idea de que la familia es ante todo un proyecto relacional que no hace referencia necesariamente a lazos de sangre. Precisamente Schaffer (1990 en Isabel Solé i Gallart, 1998) señala que la naturaleza de las relaciones interpersonales son el factor clave del desarrollo del niño en la familia, más incluso que la propia estructura familiar.
Esto es precisamente lo que queremos rescatar en nuestra intervención: la naturaleza de la relación interpersonal como factor clave del desarrollo del niño en la familia. La familia sigue siendo, a pesar de los ataques y dudas que se ciernen sobre ella, el nudo esencial de la constitución de la personalidad de los niños. Prácticamente todas las definiciones, más allá desde donde se posicionen para estudiar a la familia, hacen referencia a los factores comunes: habitación común, descendencia común, mismo techo, mismo apellido, mismos padres, mismo grupo, misma historia.
Podríamos decir que dos aspectos fundamentales marcan a la familia de hoy: es el niño que la define, ya sea por su ausencia o por su presencia. Por otro lado, la historia de las personas dentro de las familias no es tan lineal como antaño: el ciclo de vida familiar no es tan previsible, y una misma persona puede pasar por muy diferentes etapas de su vida en cuanto a la familia: celibato, pareja, familia monoparental, familia compuesta, etc..
Por otro lado, la familia se ve amenazada en lo que tiene de más fundamental: dar a sus miembros la identidad de base suficientemente reaseguradora para afrontar los acontecimientos de la vida. La familia antes tomaba a cargo dimensiones muy particulares de la experiencia humana: tiempo de vida, de aprendizaje, de educación, de reproducción y ahora está cediendo algunas de estas funciones a otras instituciones.
De todos modos, y con variantes respecto a etapas anteriores, la familia es claramente el primer contexto de aprendizaje para las personas, en este sentido, es importante aclarar que en su seno aprenden no sólo los niños sino también los adultos. En la familia se ofrece cuidado y protección a los niños, asegurando su subsistencia en condiciones dignas. También ella contribuye a la socialización de los hijos en relación a los valores socialmente aceptados.
Las familias acompañan la evolución de los niños, en el proceso de escolarización, que es la vía excelente para ir penetrando en otros ámbitos sociales diferentes a la familia. Esta, a través de estas funciones apunta a educar a los niños para que puedan ser autónomos, emocionalmente equilibrados, capaces de establecer vínculos afectivos satisfactorios.
En esta intervención haremos expresa referencia a la que anotamos como segunda función básica de la familia, esto es, la función socializadora, que conecta al niño con los valores socialmente aceptados. La enculturación como así ha dado en llamarse consiste en la transmisión de representaciones y valores colectivos, indispensables para el desarrollo y la adaptación de los niños.
Partimos de que los valores, las reglas, los ritos familiares están al servicio de la estabilidad familiar, funcionan como sello de identidad para las distintas familias, están al servicio del sentido de pertenencia. Por otro lado, existen fuerzas internas y externas, como el proceso evolutivo de los miembros de una familia, los conflictos, las crisis que funcionan como agentes de cambio. Del equilibrio entre ambas fuerzas resultará el sano crecimiento de la familia.
Desde una perspectiva evolutivo-educativa, podemos decir que la familia supone:
  • un proyecto vital de existencia en común con un proyecto educativo compartido, donde hay un fuerte compromiso emocional,
  • un contexto de desarrollo tanto para los hijos como para los padres y abuelos,
  • un escenario de encuentro intergeneracional,
  • una red de apoyo para las transiciones y las crisis(1).
Desde esta perspectiva, la familia aparece como el mejor contexto para acompañar a la persona para transitar los cambios que implica necesariamente la vida.
En cuanto al proyecto educativo familiar es en general de orden implícito, se trata de un contrato familiar donde se "inscribe" la forma en que se organizan las familias, como se dividen las tareas, qué expectativas se tienen de los miembros de la familia. Los valores, actitudes y expectativas que de esta forma se transmiten constituyen lo que algunos autores (Cremin, 1976; Bloom, 1981) han llamado "currículum del hogar". Este currículum del hogar no está escrito -a diferencia del escolar- pero cuenta con objetivos, contenidos, "metodologías" que determinan la seña de identidad de cada familia, y contribuyen a generar aprendizajes en sus miembros . Las familias se diferencian entonces no sólo por los contenidos sino también en los estilos con que transmiten estos contenidos (Martínez, 1996).
El tema de los estilos educativos adquiere entonces importancia fundamental a la hora de educar en valores.
En ese sentido se distinguen varios estilos educativos (Baumrind, 1971 y Maccoby y Martín, 1983 en Coloma, 1993), que vienen determinados por la presencia o ausencia de dos variables fundamentales a la hora de estudiar la relación padres-hijos: el monto de afecto o disponibilidad paterna a la respuesta y el control o exigencia paterna que se pone en la relación padres-hijos. De la atención de estas dos variables surgen cuatro tipos de padres:
  • Autoritativo recíproco, en los cuales estas dos dimensiones están equilibradas: se ejerce un control consistente y razonado a la vez que se parte de la aceptación de los derechos y deberes de los hijos, y se pide de estos la aceptación de los derechos y deberes de los padres.
  • Autoritario-represivo, en este caso si bien el control existente es tan fuerte como en el caso anterior, al no estar acompañado de reciprocidad, se vuelve rígido, no dejando espacio para el ejercicio de la libertad de parte del hijo.
  • Permisivo-indulgente, en este caso no existe control de parte de los padres, que no son directivos, no establecen normas. De todos modos, estos padres están muy implicados afectivamente con sus hijos, están atentos a las necesidades de sus hijos.
  • Permisivo-negligente, en este caso, la permisividad no está acompañada de implicación afectiva, y se parece mucho al abandono.
La educación de los valores en la familia
Partimos de que los valores son elementos muy centrales en el sistema de creencias de las personas y están relacionados con estados ideales de vida que responden a nuestras necesidades como seres humanos, proporcionándonos criterios para evaluar a los otros, a los acontecimientos tanto como a nosotros mismos (Rokeach, 1973 en García, Ramírez y Lima , 1998) . Es así que los valores nos orientan en la vida, nos hacen comprender y estimar a los demás, pero también se relacionan con imagen que vamos construyendo de nosotros mismos y se relacionan con el sentimiento sobre nuestra competencia social.
Según otros autores (Schwartz, 1990) los valores son representaciones cognitivas inherentes a tres formas de exigencia universal: las exigencias del organismo, las reglas sociales de interacción y las necesidades socio-institucionales que aseguran el bienestar y el mantenimiento del grupo.
De esa manera, según Schwartz los sistemas de valores se organizan alrededor de tres dimensiones fundamentales: el tipo de objetivo (trascendencia o beneficio personal; conservación o cambio), los intereses subyacentes (individuales o colectivos), el dominio de la motivación (tradición, estimulación, seguridad). Las teorías implícitas que todos los padres tienen y que se relacionan con lo que los mismos piensan sobre cómo se hacen las cosas y por qué se hacen de tal o cual manera ofician "de filtro" en la educación en valores.
Estas ideas y teorías implícitas se montan sobre experiencias, sobre lo que se ha vivenciado.
Si bien se podría decir que la familia no es el único contexto donde se educa en valores, es una realidad que el ambiente de proximidad e intimidad que en ella se da la hace especialmente eficaz en esta tarea.
Existe en la literatura una extensa discusión sobre cómo se educa en valores: ¿los pequeños interiorizan los valores familiares? ¿o los niños son agentes activos en el proceso de construcción de valores, en el entendido que la relación padres-hijos es una relación transaccional, esto es de ida y vuelta? Nosotros estamos con la segunda posición, afiliándonos así a las nuevas perspectivas constructivistas. En ellas se concibe a la relación entre adultos y niños de doble sentido, aunque se acepte que esta relación es asimétrica.
Esto significa que no sólo cambian y se influencian los valores de los niños, sino también los de los adultos, por ejemplo, luego de tener hijos una persona puede privilegiar más el valor de la seguridad que el de reconocimiento social.
Un marco teórico para comprender la educación en valores en la familia
La familia muestra a sus miembros lo que espera de ellos teniendo en cuenta lo que se ve como deseable y valioso en la sociedad. Bronfenbrenner (1987) propone un modelo que incluye cuatro sistemas para entender la realidad en la que están incluídas las familias:
En el nivel del macrosistema, se ubican las creencias de una cultura, las leyes que regulan una sociedad, los mitos y los valores que se aprecian en un determinado grupo social. En él también residen los mensajes que se transmiten en los medios de comunicación social, los clichés, los estereotipos y lo que es valorado como deseable respecto a lo que puede considerarse una "buena familia".
En el nivel exosistema se ubican todas las influencias de agentes externos que tiene la persona, que aunque no estén en directo contacto con ella, tienen impacto sobre la misma. En el tema que nos ocupa, los valores manejados por la familia extensa y por los amigos tienen influencia en los padres, ya sea para tomarlos como ejemplo y reproducirlos en su propia familia o para vivirlos como reto y conflicto.
El autor reserva el concepto mesosistema a la relación existente entre dos o más sistemas que tienen estrecha influencia en la persona. El ejemplo más claro de relación a nivel del mesosistema lo constituye la relación entre familia y escuela. En general justamente, a la hora de elegir el centro educativo para los hijos uno de los aspectos a tener en cuenta es la compatibilidad de los valores asumidos por ambas.
Por último, en el microsistema es donde residen las relaciones más próximas e íntimas que una persona tiene con el entorno, en palabras del mismo Bronfenbrenner el microsistema "constituye un patrón de actividades, roles y relaciones interpersonales que la persona en desarrollo experimenta en un entorno determinado, con características físicas y materiales particulares". La familia es un ejemplo claro de microsistema.
Este marco teórico permite la lectura abierta de la educación en valores en otros contextos de socialización: es un hecho que la televisión, el mundo de internet y de los ordenadores condicionan en parte los valores que son transmitidos desde la familia . De cómo administren los padres estos medios, como eduquen a sus hijos en la lectura del lenguaje audiovisual y en el espíritu crítico depende la educación en valores en general.
Este marco teórico permite estudiar a la familia como un sistema, inmerso dentro de otros sistemas. La palabra sistema pone acento justamente en la familia como conjunto de elementos en continua interacción. En un sistema, y por lo tanto, en las familias cada elemento afecta a otros y es a su vez afectado por aquellos, en una especie de equilibrio circular que una vez establecido tiende a mantenerse, esto es lo que se llama aptitud de homeostasis, que es la tendencia del sistema a permanecer igual a sí mismo.
De todos modos, los sistemas también tienen aptitud para el cambio Los modos de relación no son considerados desde esta perspectiva en forma lineal, sino que son multilaterales, cada elemento influye al otro, y este al primero, el esquema es entonces de naturaleza circular.
Todas estas características de las familias en tanto sistemas interesan a la hora de estudiar a la familia como educadora en valores.
Ciclo de vida familiar y valores
Las familias, como las personas atraviesan diferentes etapas, recorriendo un ciclo evolutivo (Vidal, 1991).
En general se pueden distinguir tres grandes tiempos en la vida de una familia: el tiempo de constitución, que abarca cuestiones tales como elección de la pareja, matrimonio y cohabitación sin hijos, el tiempo de expansión, esto es de la llegada de los hijos, que implica la transición a la paternidad y la vida con hijos de edad preescolar y escolar, y por último un tiempo de reducción, cuando los hijos se emancipan, la pareja vuelve a quedar sola y sin actividad laboral.
En general, las etapas que se inscriben dentro de estos tiempos se definen en relación a estos factores: cambios en la composición familiar, cuando miembros se anexan o se pierden, cambios en la composición en relación a las edades y cambios en la situación laboral de los miembros de la familia.
A grandes rasgos se pueden describir las siguientes etapas:
  • constitución de la pareja, cuando la mujer y el hombre llegan a la pareja cada uno tiene una serie de expectativas sobre como debe ser una pareja. Estas expectativas tienen que ver con valores sobre cómo tienen que ser las cosas dentro de una pareja, y en general no se dicen de forma explícita. Estas formas de concebir las cosas pueden ir desde como se deben relacionar hombre y mujer, hasta la repartición de las tareas domésticas ¿quién cocina, lava los platos, hace los mandados, quién ayuda a quién?. En esta etapa el éxito en la separación con las familias de origen es crucial, y cuanto más aglutinadas sean las familias de origen, mayor dificultad traerá consigo la separación, ya que separarse en ciertos casos puede asimilarse a aniquilación y a traición.
  • nacimiento de los hijos (con las primeras etapas de vida preescolar y escolar), supone el tener resuelto el lugar que va a ocupar el hijo que llega, el modo de participación de los padres y de sus familias está vinculado con la relación de los padres entre sí y de cada uno con su familia de origen: Aquí se pone en juego cómo se debe educar a un niño o a una niña, y en general lo que se quiere de los hijos, si esto se define por repetición o por oposición a lo que los padres han vivido ellos mismos en tanto hijos; cuanto se asigna externamente a ese hijo que llega, desde la misma manera de esperarlo, del lugar que se le asigna, desde el nombre que se le pone, etc.
La cuestión del nombre: si el mismo ya existe en la familia, si es un nombre a "estrenar", tiene que ver con las expectativas y valores que los padres ponen en juego desde el inicio en la relación con ese hijo: se va a llamar como el abuelo, como el tío, y por qué, para llenar un espacio que ha quedado vacío, si se quiere repetir la historia de alguien que ha sido muy inteligente, muy afectuoso, muy exitoso en la familia. La distribución de tareas en el cuidado de los hijos es un tema fundamental en la educación, quién se levanta de noche, quién lo baña y quién le da de comer definen valorizaciones, formas determinadas de encarar los vínculos.
  • adolescencia de los hijos ,que se estudia en forma separada de las etapas anteriores, por el impacto que tiene tanto en los adultos como en los mismos adolescentes. En esta etapa los hijos se plantean el por qué, el para qué, el sentido de la vida, qué quieren hacer, cómo quieren vivir. A través de estas preguntas, el adolescente también "mueve" a los padres, y los lleva a replantearse sus propias opciones al respecto. Pueden darse conflictos de valores, enfrentamientos, con la diferencia que el adolescente tiene tiempo por delante para resolver estos temas, mientras que los padres no. Esta etapa puede resolverse mediante el control férreo de parte de los padres o por el contrario, por una indiscriminación entre padres e hijos, que funcionan como amigos.
  • partida de los hijos del hogar parental, es también una etapa movilizadora para los padres, porque coincide con la disminución de la potencia en el hombre, la pérdida de la capacidad de reproductora en la mujer, la transición de una vida laboral activa a la jubilación. Cómo se viva esta etapa va a depender de cuán diferenciados hayan estado los subsistemas parental y conyugal, como para poder permitir al hijo partir sin culpa.
  • pareja nuevamente sola, que se ha dado en llamar etapa del "nido vacío", en ella se suelen invertir los roles, los hijos deben cuidar de sus padres, de cómo se hayan sentido cuidados, protegidos y atendidos los hijos como tales dependerá como puedan vivir esta etapa.
Estas etapas pueden variar: en algunas culturas o en algunas subculturas el ingreso a la vida adulta se hace sin transitar prácticamente por la adolescencia, en otros casos, no se puede hablar de nido vacío, ya que las nuevas unidades familiares se construyen en presencia de por lo menos una de las familias de origen, a tal punto que algunos autores han hablado de "nido repleto".
Cada una estas etapas implica el cumplir con determinadas tareas, implica conflictos básicos a resolver, que de no enfrentarse en su momento, se arrastran a etapas posteriores.
Valores y reglas
Las reglas familiares son en general implícitas y provienen de las familias de origen y se transmiten de generación en generación. Las reglas pueden funcionar como vehículos concretos de expresión de los valores, ya que en general responden a una determinada escala de valores, sea esta explícita o no. También pueden responder a la tradición y ser el principal obstáculo para el cambio. Las reglas familiares constituyen indicadores comunicacionales por excelencia. A través de ellas se determina quién habla con quién, quién tiene derecho a qué, cómo se expresan los afectos, qué se penaliza, que se premia, a quién le corresponde hacer qué.
Las reglas en todo caso deben ser flexibles, cambiar a lo largo del ciclo familiar y estar al servicio del crecimiento de los miembros del grupo.
Es interesante detenerse en el análisis de las reglas y sus características.(Gimeno, 1999)
En primer lugar, las reglas tienen diferentes contenidos: las hay organizacionales o instrumentales, son las reglas que regulan los horarios, las tareas domésticas, las rutinas.
Las reglas más importantes para la teoría sistémica son las que regulan las interacciones entre los miembros, cuáles son las distancias a tener con los miembros de la familia extensa, con los amigos, los vecinos y también la intimidad y la forma de expresar el afecto entre los miembros de la familia nuclear
Existen reglas que hacen referencia a las formas de apoyo y se vinculan al cuándo se pide ayuda a quién y cómo.
Otras reglas regulan la manera de proceder ante los conflictos, cómo se enfrentan, y en el caso de hacerlo, cómo se resuelven. Si la regla básica de una familia es "no tenemos conflictos", se sancionará a todo aquel que intente denunciar uno.
Por último, los secretos familiares que existen justamente porque son violatorios de escalas de valores o constituyen un riesgo para el prestigio familiar, son regulados mediante reglas. Cuanto se cuenta, a quién, con quién se comparte el secreto, con quien se hacen alianzas en tal sentido, todo ello depende de la aplicación de ciertas reglas.
Las reglas cuando están al servicio de las metas y los valores familiares contribuyen al crecimiento de la familia, pero si su número es excesivo pueden resultar un factor estresante: La consistencia de las reglas esto es, reglas claras que indican a las personas los límites entre lo que se puede y lo que no, colaboran para dar seguridad a los hijos.
Algunos autores como Stenberg (1992 en Gimeno, 1999) hablan de poder ejecutivo, legislativo y judicial en la familia, pidiendo prestados términos jurídicos, haciendo referencia a la aplicación de reglas en la familia. El poder legislativo se encarga de enunciar normas, el poder judicial determina si ha habido incumplimiento de las mismas, y el poder ejecutivo es quien se encarga de que las normas se cumplan.
En las familias de corte tradicional, el padre representa el poder legislativo, mientras que a la madre, que en general está en mayor contacto con los hijos, corresponden los otros dos poderes.
Investigaciones relacionadas con el tema
Las investigaciones relacionadas con la educación en valores en la familia han sido criticadas muchas veces por descuidos de orden metodológico. Las que han trabajado directamente con los hijos puede decirse que son las que han aumentado la validez y fiabilidad de los resultados, al tratar de las relaciones entre sus representaciones y los valores finales a los que adhieren los hijos.
Cuando se ha solicitado a las personas que asocien el concepto de familia a una serie de valores que tengan relación con el bienestar familiar la gran mayoría de ellas señalan como importante el valor de la seguridad, seguidos por los valores de respeto, tolerancia, solidaridad, responsabilidad, etc (Salcedo, 1992; Orizo, 1996;García y Ramírez, 1997 en García, Ramírez y Lima, 1998)
Se han realizado también estudios transculturales sobre las representaciones que los adolescentes se han formado de la relación padres-hijos en el marco de la familia y a la vez sobre los valores de los mismos padres. En esas investigaciones realizadas con adolescentes españoles, polacos, ingleses, colombianos y portugueses se pone énfasis en la relación entre los valores de los adolescentes y sus representaciones de las actitudes y comportamientos educativos parentales por un lado, y por otro, en la relación entre los valores de los adolescentes y los padres por otro (Musitu y Fontaine, 1998).
Se trabajó con dos instrumentos en el caso de los adolescentes: evaluación de la representación que tienen los adolescentes sobre sus padres y por otro la escala de valores inspirada en la teoría de Schwartz ya mencionada. En el caso de los padres, sólo se aplicó ésta última.
En forma muy resumida, podemos decir que existen interacciones significativas, aunque de poca intensidad, entre la representación del adolescente en cuanto los roles y las funciones de sus padres y de su propio sistema de valores. La dimensión principal de los adolescentes relacionada con el factor comprensión, es la que presenta mas correlación con los diferentes valores. Los hogares donde predomina la armonía, el bienestar, el afecto refuerzan los siguientes valores:
  • universalidad entendida como la comprensión la tolerancia, la estima y la protección de todas las personas y de la naturaleza,
  • benevolencia, entendida como la preocupación por la preservación del bienestar de las personas próximas
  • la seguridad, o valoración de la integridad, armonía y equilibrio tanto a nivel interpersonal como social
  • el conformismo, entendido por la restricción de acciones o pulsiones que puedan resultar dañinas para los otros o que violen las expectativas o normas sociales.
Estos valores fueron encontrados en los cinco países estudiados.
La armonía familiar, la comprensión y el apoyo aparecen como dimensiones centrales para la formación de sistemas de valores que se refieren a estados finales de la existencia y a comportamientos deseables. Estos resultados ilustran la relación que existe entre los valores característicos de cada sociedad y los valores individuales de sus miembros. La transmisión de valores parece darse en forma principal a través de la familia siendo entonces el clima familiar con todos sus componentes socio-afectivos lo que da sentido a los valores, sin descuidar, como hemos dicho que hay otros agentes que intervienen en la transmisión de valores: los pares, los medios de comunicación social, las instituciones educativas, etc..
Existen otras investigaciones de los mismos autores que relacionan las funciones de la familia y la pertenencia social. La familia como refugio del individuo es vivida más frecuentemente en medios socioeconómicos medios y altos, mientras que la transmisión de valores tradicionales predomina en el seno de las clases desfavorecidas Mientras que estas clases valorizan el conformismo respecto a la norma social, las clases media y alta valorizan la iniciativa, la curiosidad, la autonomía y la creatividad.
En nuestro país existen investigaciones que pueden colaborar para dar luz en este tema. Una investigación dirigida por Rita Perdomo (1998) realizada con adolescentes montevideanos a principios de la década de los 90 estudia lo dicho y lo no dicho por los adolescentes poniendo énfasis en su inserción social y sus dificultades.
Uno de los capítulos de la encuesta realizada a adolescentes entre 15 y 19 años está dedicado a la toma de decisiones en el hogar. Ante la pregunta : ¿quién decide las cosas más importantes en tu casa? , en el total de los encuestados predominó la respuesta el padre y la madre (un 33 % del total) ubicándose la respuesta "todos en familia" en el tercer lugar con un 19%.(2)
Esto podría hablar de una tendencia a la democratización de los vínculos familiares, esta tendencia es de anotar se da en todos los estratos socioeconómicos, y se vincula con la facilitación de la comunicación y la comprensión entre los miembros de la familia. Es verdad que esta investigación no tenía como objetivo fundamental el estudio de los valores, e incluso los autores dejan claro que expresamente formularon esta pregunta en forma vaga, no dejando claro en su formulación qué querían decir con "las cosas importantes en tu casa", dejando librado a la interpretación de cada adolescente. esta expresión.

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